Como todas las tardes empiezo mi entrenamiento en wii sports.
Toca jugar a beisbol. Selecciono mi mii y empiezo las pruebas.
Bola. Bola. Bola. Strike u__ú.. Fuera. Bola. Me cabreo. Strike ù__ú. Lanzamiento y... el wii mote sale volando. Atraviesa la venta y cae a la calle. Me asomo y lo veo en el suelo.
Estoy sin camiseta asi que me pongo una camisa sin botones y salgo corriendo.
La puerta de casa (como siempre) está atascada. Me cabreo. Tiro con fuerza y bajo lo más rápido que puedo. "Ey, esos mandos valen 50 pavos!".
Al llegar a la puerta del portal alguien intenta entrar, no consigue abrir con las llaves. Me cabreo. Tic, tac, tic, tac. Estrés. Al fin abre, pongo cara de vecino "^__^U....", salgo corriendo por la calle.
Llego al lugar donde estaba el wiimote pero ya no está. En su lugar, un perro atado a una farola está mordisqueandolo a un par de metros. Me cabreo. Estrés. El dueño del perro está en la panadería.
"Se lo intento quitar?... entro y pregunto por el dueño?" En vez de eso, espero. Viendo como el perro devora mi preciado mando... Durante esos eternos segundos me da tiempo en pensar en que no he apagado la consola, ni la tele, ni he sacado la napolitana del microondas. ESTRÉS. También me da tiempo a pensar en que podría haber abierto la puerta del portal en vez de esperar a que aquel imbécil consiguiera abrirla. Reflexiono sobre esto último y entro a la panadería. Pregunto: "De quién es ese perro?" Una señora-cardada contesta. Se oyen los ladridos del perro. Como la señora no iba a entender lo que es un wiimote o un mando de wii le explico el caso. "Su perro está mordiendo algo que es mío". Salgo con la señora.
El perro ya no lo tiene. Me cabreo. Pido perdón a la señora, que vuelve a la panadería. Busco el mando. Barajo la posibilidad de que se lo haya comido: "Ey, estoy desesperado, vale?"
Veo el mando en la carretera. Un coche pasa por encima, me acojono pero al pasar el coche el mando sigue ahí. Corro a por él y todo termina.
Me despierto en un hospital. Odio el olor de los hospitales. No comprendo nada pero algo me dice que tendré que comprar un nuevo mando y otro microondas. Me cabreo. Estrés. Mucho estrés y un escozor tremendo en el costado. Me intento girar y llega el dolor. Ante tan desagradable situación solo me queda resignarme y esperar. Entra por la puerta una enfermera-señora-cardada. La reconozco. La situación es embarazosa y desagradable. Me hace preguntas, finge no conocerme, me cambia el suero. No me había dado cuenta de que tenía una via colocada en el brazo. El estrés aumenta considerablemente. Una vez se ha ido el estrés se concentra y me transforma en una caja de cereales dietéticos. Cuando vuelve, la enfermera-señora-cardada llama por el interfono de la habitación y me recoge. Me meten en una bolsa y no me entero de nada más hasta pasadas unas horas. De repente me abren la cabeza "Ey, soy solo una caja de cereales dietéticos". Se me comen entre el perro y su dueña.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
jajajajajaj, tremendo, que terrible estar oyendo crepitar en la boca de otro tus entrañas(peor en la propia supongo ...)
ResponderEliminar